Al fin se ha sentado a discernir lo venidero. Fechas, datos, mapas, recuerdos, ansiedades, y de repente un nudo en el estomago. El balancear del viento entre las ramas, el arbol alto, interminable, verde. Se teletransporta y sortea formalidades, comparecencias, citas, firmas, billetes, estampas oficiales, adioses...y punto.
La bondad ajena es siempre sorprendente. Se siente arropada en su proyecto de futuro y no para de agradecer interiormente, como un mantra o credo maravilloso. Ha llegado a convencer, a ella y a los demas, de que se acerca el momento de irse.
Cinco anos y cuatro meses estrenados, usados, malvividos, disfrutados, sufridos, en esta ciudad que al final ha aprendido a amar. Y se pregunta cuando, cuanto la echara de menos. Ahora mismo solo piensa en el avion que la llevara cerca de ese arbol alto, interminable, verde.